
La tarde del 17 de agosto de 2017 La Rambla de Barcelona sufrió un atentado reivindicado por el Estado Islámico. Murieron 17 personas, entre ellos dos niños de tres y cinco años. Españoles, alemanes, italianos, portugueses, estadounidenses, belgas, británicos, argentinos y australianos. Con el tiempo, se supo que el atentado fue una decisión precipitada debido a que el plan más salvaje y sanguinario se les había reventado al mismo tiempo que las bombonas de butano en una casa okupada de Alcanar. Todo les había salido mal: su propósito de hacer estallar una furgoneta en el Camp Nou el 20 de agosto con ocasión del primer partido de Liga; hacerlo en un símbolo de la ciudad y religioso como la Sagrada Familia o en algunos locales de ocio de Barcelona y Sitges como sucedió en la parisiense sala Bataclan.