
Me telefonearon para decirme que tenía una carta del Ayuntamiento. No parecía una multa de tráfico. Suelo respetar las normas pero cuando las infrinjo me parece una indignidad pagarlas o recurrirlas. Creo que hay que asumir la culpa con gallardía. Nada de rebajas por pronto pago. La pena a pulso: embargo con intereses. En algún momento de la vida uno ha de decidir si quiere ser Barry Lyndon o Rita Barberà. Cuando era un joven salvaje y llevaba el coche paterno me creía un forajido porque nunca me pillaba la Urbana. Luego me enteré que las multas las pagaba mi padre. Esas cosas, quieras o no, afectan a la autoestima de cualquiera. La segunda opción era más peliaguda. Al trasluz di indicaciones para que comprobaran si aparecían palabras como Bukowski, Comisaría Verneda o Poema. No fue el caso.